Mente, cosmos y existencia

Es curioso, pero cada vez que pensamos sobre el universo nuestra mentalidad cambia. Relativizamos mucho más los problemas, se nos hacen insignificantes en comparación a la inmensidad del espacio y del tiempo.  Esa frase victimista de el universo me odia se esfuma como el polvo al viento cuando nos damos cuenta de que el universo es indiferente a nosotros. Le damos igual, para bien y para mal.  En lugar de ello aparece una sensación que cambia en función de la persona. Para algunos es desolación. El hecho de compararse con toda la inmensidad que supone la existencia y con su indiferencia puede causar una profunda sensación de vacío. Al fin y al cabo, somos como una mota de polvo en un mar sin fin. La Tierra no es más que un pequeño punto azul que, situándose uno a la distancia suficiente, ni tan siquiera se ve. Si ahora mismo la Tierra desapareciese, el universo no cambiaría. ¿Qué importa mi vida entonces?¿Acaso no existe un propósito?¿Todo lo que hago es un sinsentido?

Por otro lado tenemos la postura esperanzadora y de gratitud al pensar en el cosmos. Somos producto del azar. Para crear una manzana primero hizo falta un Big Bang. Somos el resultado de la peor apuesta que nunca se podría haber hecho, dado que las probabilidades de que estuviéramos aquí eran prácticamente nulas. Piénsalo. No solo hizo falta la creación de un universo, hizo falta la creación de un universo regido por unas leyes tales que permitieran la existencia de vida en él y, dentro de esas mismas leyes, una concatenación de acontecimientos que permitieran la existencia de la vida compleja que somos, frágil y bella. 

Ante tal realidad, muchos piensan en un dios creador. Todo esto no pudo venir de la nada, alguien tuvo que hacerlo, ¿verdad?. Mi pregunta es ¿por qué tiene que ser así? Parece ser que antes que aceptar que la mente humana puede no tener acceso al conocimiento último del universo hay quienes prefieren atribuirle todo esto a un ser superior. Mejor entender que existe algo superior a no entender nada. ¿Por qué es tan difícil decir no séLa mente humana no está obligada (y tampoco diseñada) a entenderlo todo. Tal vez haya realidades que no podamos llegar a entender. Sin embargo, esta no es razón para dejar de investigar, ni mucho menos. Lleguemos hasta donde podamos, que las limitaciones ya nos las marca la naturaleza.

Para finalizar con esta reflexión me gustaría hablarte del libre albedrío. Si en el universo existen unas leyes naturales que gobiernan la materia, y nuestra mente funciona según esas leyes, nuestro propio ser no sería más que el resultante de la acción de esas leyes sobre nuestro cerebro, acontecimientos sobre los que, en última instancia no tendríamos ningún control. Sin embargo, si nuestra mente no es más que el resultado de una cadena causal, ¿en qué lugar deja eso a la ciencia? ¿No sería acaso también la ciencia el resultante de una cadena causal y por lo tanto, algo sin ningún tipo de veracidad? Se trata de una cuestión que abre un debate filosófico que lleva sobre la mesa muchos años. ¿Hasta dónde llega nuestro conocimiento?

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