Vacuna, ¿amigo o enemigo?

La pandemia de covid-19 ha hecho que la sociedad, tal vez no por la mejor vía, se tenga que familiarizar más con conceptos como PCR, carga viral y, por supuesto, vacuna. Eso ha hecho que preguntas que mucha gente no se había hecho con anterioridad porque el contexto no lo requería se hayan puesto en boca de todos. Uno de los más importantes es el para nada nuevo debate de si las vacunas son beneficiosas o perjudiciales. Es verdad que hay mucha gente que pensará que darle voz a una cuestión como esta no hace otra cosa que darle importancia a un tema ya superado hace mucho tiempo por la ciencia y, a su vez, poner en tela de juicio la importancia de las mismas.  Sin embargo, me parece importante tratar las dudas de la población desde la calma, explicando el asunto para aclarar las cuestiones en vez de cerrarse en banda y alimentar así aún más la incertidumbre. Veamos, por tanto, la solución a una duda actual: ¿debemos vacunarnos?

A la hora de tomar cualquier decisión hacemos un balance para responder a la pregunta: ¿me compensa hacer esto? Este método asume (y muy bien asumido) que no existe decisión perfecta. Con las vacunas pasa igual, no son perfectas. Veamos, por lo tanto, en una lista, cuales son los beneficios y los perjuicios:

Beneficios de las vacunas

  • Reducción de la probabilidad de contraer una enfermedad
  • Reducción de los efectos secundarios asociados a una enfermedad
  • Reducción de la transmisión de la enfermedad, así como su contención
  • Protección de los no vacunados
  • Efectividad en cuanto a promover una buena salud pública
  • Seguridad tanto de la propia vacuna como de los sistemas de administración
  • Beneficios económicos y sociales (ver el enlace para más info)

Perjuicios de las vacunas
  • Efectividad individual variable 
  • Posibles efectos secundarios leves
  • Posibles efectos secundarios moderados
  • Posibles efectos secundarios graves (en una proporción ínfima)

Una vez vista la lista, solo nos queda hacer una evaluación de riesgo. Es cierto que las vacunas tienen una eficiencia que cambia de vacuna en vacuna y de individuo en individuo. Sin embargo, mejor tener una protección pequeña (en el peor de los casos, normalmente ofrecen una buena protección frente a las enfermedades) que no tener ninguna. En cuanto a los efectos secundarios, lo más conveniente es hacer la comparativa con la alternativa, que es la de no vacunarse. ¿Qué nos sale? Que tanto la probabilidad de contraer una enfermedad como la de padecer efectos secundarios de una magnitud superior a los de la vacuna son mucho mayores no vacunándose que vacunándose. Aparte, también tenemos que tener en cuenta que los efectos secundarios preocupantes de verdad se dan en una proporción extremadamente pequeña. Una vez aclarada la comparativa de escenarios con respecto a los posibles perjuicios, solo nos quedan beneficios, ¡qué no son pocos! La vacunación es un procedimiento que ya ha demostrado que salva millones de vidas, dado que vacunarse genera inmunización frente a las enfermedades y, en consecuencia reduce tanto la probabilidad de infectarse como de tener efectos secundarios graves una vez infectado. Son, dados los estrictos controles de seguridad que tienen que pasar antes de comercializarse, muy seguras. Lo mismo aplica a los métodos de administración. Son una de las mayores herramientas que tenemos para asegurar la salud de la población, no las desperdiciemos cayendo en mentiras o no fiándonos, sin razón, de los que verdaderamente saben y velan por nuestra salud. En respuesta a la pregunta, por lo tanto, tenemos respuesta: sí, debemos vacunarnos

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