Agu(a)jero

La cabeza a veces nos juega malas pasadas. Hemos evolucionado no para conocer exactamente la realidad, sino para movernos en ella en base a las interpretaciones que el cerebro hace de la información que le llega de la misma. Hay veces en la que esa información puede haber sufrido un cambio que nos haga ver, oír o sentir cosas que en realidad no están sucediendo. Eso es exactamente lo que pasa con los espejismos. 


En la imagen vemos cómo se forman. Lo que en realidad es un árbol o un barco en una posición perfectamente normales los vemos girados y proyectados en el suelo o en el cielo a causa de la desviación de los rayos de luz provocada por la temperatura del aire (esto hace cambiar su densidad y por lo tanto su índice de refracción). 

Algo parecido sucede con estos conductores que evitan lo que parece un pozo muy profundo en la entrada de un túnel. Un charco de agua refleja la luz del entorno de tal manera que crea, a ojos de nuestro cerebro, un pozo en el que los conductores no quieren caer. Sin embargo, cuando se cambia la perspectiva y uno se acerca al túnel, se ve que no era más que una ilusión óptica. 

Así que recuerda, que el cerebro interprete la realidad de cierta manera no quiere decir que sea real. Para descubrir la realidad la humanidad ya tiene herramientas mejores (como la ciencia) que las primeras impresiones. Sin embargo, sí que existe un caso particular en el que la realidad puede ajustarse a su interpretación, aunque esta en un principio fuera errónea. Te lo dejo en este enlace

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