¿Divulgar?¿Yo?

A la hora de elegir una carrera universitaria muchos no lo tienen claro. Y yo no me salgo de ese grupo. Sabía que quería dedicarme a la ciencia. Pero a qué rama ya era otra cosa. Pasé por muchas opciones. Sin embargo, el plantearme seriamente dedicarme a la física fue, si me apuras, en último momento. Y a raíz de un acontecimiento clave: me dio por ver la serie Cosmos. No, no la de Carl Sagan, sino la de Neil deGrasse Tyson. Creo que realmente eso fue lo que marcó el inicio de mi trayectoria académica. Y también creo que fue lo que encendió la chispa de querer ser divulgador.

Supongo que a la hora de decidir si hacer algo o no, lo que se hace es una evaluación de coste beneficio. Hacer divulgación tiene muchos más pros que contras. Entre los beneficios se encuentran ser parte de esa puesta en contacto del público con la ciencia y la consecuente contribución a una sociedad mejor, conocer gente, pasártelo bien en los eventos en los que vayas a hacer divulgación o la posibilidad de mejorar habilidades como son la comunicación oral y escrita. En cuanto a los costes, desde mi punto de vista, solo hay uno, y es que tienes que dedicarle tiempo. Lo cual, según como lo mires, tampoco es un contra per se. El análisis de cose beneficio es claro. Ahora bien, quedaría un elemento clave por analizar, un elemento sin el cual no se puede llevar a cabo la actividad divulgativa: el hecho de si lo que se plantea hacer gusta o no. ¿Me atrae la idea de divulgar? Para saberlo, un buen ejercicio mental es imaginarse a uno mismo en el papel de divulgador (este ejercicio se puede generalizar más allá de la divulgación, por supuesto). ¿Cuando me imagino a mi mismo de divulgador, me siento bien? La respuesta es un claro sí, pero con condicionantes. La divulgación científica puede hacerse de mil maneras (escrita, mediante charlas, participando en eventos...). El condicionante sería el evidente: me gustaría hacer divulgación científica, pero adaptada mí. Lo que quiero decir con esto es que aportaría mi grano de arena a la divulgación, pero siempre haciéndolo de una manera en la que me aporte más de lo que me quita. 

En definitiva, un análisis tanto racional como emocional me dicen que es buena idea dedicarle tiempo a ello, siempre y cuando lo haga de manera sostenible. 

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