Medio planeta en media vida

Ante la crisis dada por la sorprendente pérdida de la biodiversidad, hay una gran cantidad de planes sobre la mesa, pero pocos tan ambiciosos como el movimiento Half-Earth. Se trata de una iniciativa que pretende proteger la mitad del planeta para, así, mantener la biodiversidad de las áreas protegidas. ¿Qué mitad? Pues la mitad que mayor valor ecológico tenga. A la hora de hablar de la mitad del planeta protegido, hablamos de la protección de la mitad de la superficie total del planeta. Ahora bien, ¿qué pasa si te pregunto por la viabilidad del proyecto? Según qué tipo de persona seas me dirás que no es para nada realista, que tal y como está montado a día de hoy el mercado la protección de esas zonas pondría en grave peligro el crecimiento económico y el bienestar general. Sin embargo, tengo una respuesta sencilla para ti: el actual modelo productivo no solo pone en riesgo el crecimiento económico, sino la supervivencia de la humanidad en su conjunto. 

Hay consenso en que el sistema se va a tener que renovar a un modelo sostenible, y dentro de ese marco entran irremediablemente la conservación de los ecosistemas. En definitiva, se trata de una propuesta altamente irrealista, sí, pero bajo la suposición de que se debe mantener el actual modelo de producción y consumo y creyendo, encima, que esto es parte de un futuro viable para la humanidad. Es decir, se trata de una visión irrealista en la medida en la que hacemos una suposición aún más irrealista. En un mundo en el que la extracción de recursos sea sostenible (y no necesariamente menos productiva), esta medida tiene cabida. Puede que siga pecando de ambiciosa, pero no de irrealista. 

Por otro lado, vivimos en un mundo en el que se produce más de lo que se necesita. Y esas necesidades se crean desde el mercado para generar una demanda. La destrucción de este modelo de producción no traería consigo ningún peligro a las necesidades humanas. Es más, la conservación de los hábitats traería consigo unos beneficios que superarían con creces el no cambiar de ropa un montón de veces al mes, o no tener todos los años el último modelo de iPhone. Nuestra supervivencia e incluso nuestro desarrollo tecnológico son perfectamente compatibles con la conservación de los ecosistemas, siempre y cuando se hagan con buenas políticas y con un mínimo de respeto a la naturaleza.

Este proyecto no verá la luz mañana, ni tampoco en una década. Pero, con el paso de los años, la transición energética y las políticas verdes harán que, de una manera o de otra, este movimiento se materialice. No existe ninguna alternativa viable, dado que el futuro o es sostenible o no lo veremos

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